Así
seguí día tras día, año tras año....
Acabé
odiándome a mi misma y me castigaba por ello, tanto psicológicamente como
físicamente. Es decir, dejaba que los demás me manipularan a su antojo, me
autolesionaba... ¿Y qué conseguía? NADA, bueno si, conseguía que me volvieran a
ingresar una y otra vez... Y eso no se lo deseo a nadie, se pasa fatal.
No
dejaba de sufrir, no dejaba de hacerme daño; Según mi padre yo era de las
que me pegaban en una mejilla y les ponía la otra una y otra vez, de tropezar
mil veces con la misma piedra. Lo mal que lo pasaron los pobres.
Mi
psiquiatra decía que era un “corazoncito con patas” que no tenía coraza y
siempre me hacía o me hacían daño y que si seguía así acabaría pasando lo peor;
¡Qué razón tenía!
Finalmente
llegó un día en el que era tanto el odio que sentía hacia mi misma y hacia el
mundo que provoqué un accidente con la intención de, palabra tabú para mucha
gente, suicidarme.
Pero gracias a Dios no lo
conseguí y me alegro de ello, hacer eso fue un acto egoísta ya que no pensé en
lo mucho que sufrirían mis padres, mi hermana, en definitiva toda mi familia y
mis amigas, en especial una, Lorena, con todo aquello.
¿Cómo puede
hacerlo? No lo sé.
Después
de aquello sufrí durante bastante tiempo amnesia temporal y aún sigo teniendo
lagunas, pequeñas lagunas que intento aclarar preguntando y otras que por
desgracia se me aparecen en sueños, no son pesadillas, son recuerdos.... Por un
lado sería mejor no haber recordado nunca con tanto detalle lo que pasó pero
por otro ¿cómo iba a hacer sino para superar todo aquello?
Cómo me
sentí después, las consecuencias de mis actos y como fui superándolo poco a
poco y estabilizando mi enfermedad lo iré contando en los próximos artículos.
Gracias por leerme y espero que sigáis haciéndolo